Últimamente me encuentro haciendo cosas que jamás había hecho, desde podar un árbol con una sierra eléctrica hasta abrir un agujero en el cemento en busca de una fuga de agua pasando por coger a una perra de casi 20 kilos en vuelo al más puro estilo Dirty Dancing. Algo parecido ocurre también en el trabajo a la espera de que se produzca la transición que imagino tendrá lugar en los próximos meses.
Donde no ocurre es en el fútbol. Por más que juego no hay forma de convertirme en un hombre orquesta; sigo aferrado a mi labor de jugador polipatético que vale poco en muchos sitios. Pero que, eso sí, suda la camiseta.
Esto unido a que evito con cierto éxito las bebidas carbonatadas y los helados y con algo menos las patatas fritas de los jueves hace que la forma vaya mejorando progresivamente. A un ritmo de entre medio y un kilo al mes, para final de verano podremos dar por concluida la operación bikini y podremos ir a la playa a refregarnos con esas medusas que dicen que tanto proliferan estos últimos tiempos.
Cuando esto ocurra lo mismo podré actuar de socorrista, médico y paciente. Eso sí que sería ser un auténtico hombre orquesta.
Un saludo, Domingo.
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