sábado, 21 de febrero de 2015

Mirado por un tuerto

Hay veces que te mira un tuerto, sobre todo si eres supersticioso y yo no lo soy porque trae mala suerte. En mi caso esto se ha traducido en que la semana que debía sustanciarse la recuperación de la operación me he encontrado con la alegría de conservar la mano izquierda y un resfriado de propina. Lo segundo no sé a quién debo agradecerlo pero quizás también a lo primero, es decir a mí mismo y mis propios errores.

En concreto el lunes, alentado por el estridente ruido de unos vecinos haciendo obra, decidí aprovechar para hinchar las ruedas de la carretilla de reparto que había comprado hacía casi dos meses y que todavía no había usado. Así pues, fui a la gasolinera, revisé la presión de los neumáticos de mi coche y a continuación procedí al llenado de los de la carretilla.

Empecé con una de ellas, se llenó pero todavía se quedaba suelta y se salía del eje. Yo pensaba que el propio aire haría que se fijara dejando solo la posibilidad de rodar pero no de salir del eje. No fue así y aparentemente estaba bien hinchada. Así que fui a por la otra e hice lo mismo aunque probablemente abriendo el aire algo más de la cuenta. Vi como la rueda aparentemente se anclaba solo para reconocer en mí mismo aquello que tantas veces he visto en la gran pantalla cuando una explosión deja un silbido en los oídos de los que la presencian de cerca.

Y eso era lo que había pasado, la rueda reventó y la llanta de plástico, o parte de ella, salió proyectada hacia mi mano izquierda que sangraba por alguno de los cortes poco profundos, que había causado. Lo de los cortes  era lo de menos. La onda expansiva causaría en solo unos minutos un edema que varios días después todavía perdura.

Y bueno, gracias a Dios mis temores iniciados fueron infundados y la mano no sufrió ningún daño serio dejándolo todo en un mal recuerdo del que debería aprender. Y es que últimamente me encuentro a mí mismo pensando, después de hacer las cosas, que debía haberme dado cuenta antes o al menos haberlo pensado dos veces. Sabía que la presión en una rueda pequeña aumenta con mucha más facilidad que en una de un coche pero también que suelen estar preparadas para ello. Lo que no hice fue prevenir, no pensé que pudiera salir mal ni en nada para evitar los problemas en caso de que sucedieran.

No sé si es la edad pero otra vez de vuelta al médico, a la enfermería en este caso incluyendo una pequeña bajada de tensión por esperar de pie. Y con los sudores del mareo y luego el frío en los días siguientes en la mano ... quizás asfalté el camino del resfriado. Pareciera que me hubiera mirado un tuerto ... yo mismo en un espejo roto que solo refleja la mitad de mi cara. Pero no creo que sea lo del tuerto ni lo del espejo. No debe serlo porque yo no soy supersticioso, que da mala suerte.

Como curiosidad, al empezar a escribir esta entrada no recordaba la palabra "supersticioso". Estuve un par de minutos intentando pensar en cuál era ese adjetivo que empleaba para definir a aquella persona que creía en que determinados actos canalizaban la buena o mala suerte. Curiosamente recordaba otro adjetivo "apotropaico". Caí en ello cuando pensé que en inglés diría "I'm not supersticious, it's bad luck"

Un saludo, Domingo.

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