domingo, 8 de noviembre de 2015

La carretera, enemiga de los animales

Hará unos veinte años que viví mi primer atropello de animales. Era en Ronda, conducía el que entonces era novio de mi prima, iba por la calle, un perro salió al paso y ...
Mientras el involuntario canicida preguntaba por todas partes para ver si se podía hacer algo con el animalito, aunque solo fuera terminar antes con el dolor, el dueño miraba cómo agonizaba y decidía que una vez muerto lo echaría en tal o cual contenedor de basura. Es posible que quisiera a su perro, pero como se quería antes, hace años, a los animales en las casas, un cero o una gallina, por ejemplo. Se les podía coger cariño pero la pena por su muerte duraba entre poco y nada.

Hará unos siete morían, con escaso tiempo de diferencia, Tina y Kiteretxu , Kite, o Kite y Tina. Perrita y gatito, gatito y perrita porque además ambos eran unos cachorros. Un pelín mayor el gato. Desde entonces, cada vez que veo un animal atropellado, no siento el insondable pesar que sentiría mi mujer si lo viera pero sí que lo comprendo.

Ayer vi a un perro que estuvo cerca de acabar atropellado y quién sabe si no lo acabará. Lo único peor que eso es que me acusaran a mí de abandonarlo. Manda...

Pongámonos en situación. Voy por la autovía y al llegar a un viaducto de unos 300 ó 400 metros de ancho, veo un perro más bien pequeño corriendo por el arcén. Era un perro atigrado, del estilo pitbull de esos que tanto gustan a algunos. Podía parecerse a este de la derecha.

Así pues, voy reduciendo la velocidad aun sabiendo que eso me pone a mí en peligro y una furgoneta que va detrás de mí hace lo propio. Afortunadamente parecía que no habría riesgo de colisión. Al llegar a la altura del perro, este se asusta y pasa del arcén a la carretera, justo a la altura de mi rueda derecha. Freno más, incluso pito, perdón, acciono el claxon y el perro vuelve al arcén. Duda durante unos instantes si seguir hacia delante, hacia atrás, se asoma por la barandilla manifestando su intención de abandonar la carretera pero el vacío lo disuade.

Mientras, yo paro en el arcén, las luces de emergencia activadas y me quedo en el coche dudando si abrir la puerta e intentar cogerlo o no. Son más de uno y más de dos las personas que han muerto atropelladas por un conductor distraído mientras salían del coche para cualquier menester. Lo sopeso un par de veces pero siempre viene algún coche así que no termino de atreverme. Son unos cuantos segundos, los mismos que necesita el perro para darse la vuelta y empezar a recorrer la centena de metros que le separaba del inicio del viaducto.

Miro por el retrovisor como el perrito, un año le calculo yo, con su collar rojizo se va haciendo más pequeño y desaparece en una curva cercana a lo que yo interpretaba como el inicio del viaducto. Dejo de verlo y deduzco que ya lo ha  abandonado y se encuentra relativamente a salvo. Espero por si acaso y tras un tiempo prudencial reemprendo la marcha. En total habrían pasado entre dos y cinco minutos. Probablemente no más de tres pero se me hicieron eternos.

Durante todo este tiempo, una furgoneta, probablemente la que iba detrás de mí había permanecido parada también en el arcén con la doble intermitencia puesta. Suponía que pensaban que estaba en problemas y habían parado por si necesitaban ayudarme. Los adelanto a escasa velocidad. Inician también la marcha y veo a un hombre y una mujer, el hombre al volante. Aunque sería más exacto decir que tenía una mano en el volante porque con la otra manejaba un móvil con el que me hacía una foto. Al menos hacía con esa mano el gesto característico de cuando se saca una foto.

Pienso que lo mismo no querían ayudarme sino que están cabreados porque tuve que parar de forma súbita pero no le doy mayor importancia. Cojo el desvío correspondiente y veo que la furgoneta me sigue. Paso una rotonda y me sigue. No solo me sigue sino que me echa las luces y vuelve a sacar el móvil. Eso sí que no lo entiendo. Así pues, en la siguiente rotonda paro en una de las escapatorias y la furgoneta para a mi lado.

No recuerdo muy bien la conversación pero no debió ser muy diferente a lo que voy a contar. Básicamente me preguntaron por el perro y si lo había abandonado. Les dije que tengo ocho perros por lo que ese extremo era altamente improbable. La señora, que bien pudiera ser la madre del conductor, afirma que el perro ha salido de mi coche. Les intento explicar lo que han visto y el conductor me dice que me quede ahí que ahora se lo voy a tener que explicar a unos compañeros suyos que van a llegar. Él, interrumpiendo la circulación, es increpado por otros conductores por lo que para un poco más adelante.

Me bajo del coche, llego a su altura y se vuelve a reproducir la conversación. El conductor, con un lenguaje que describiría como "profesionalmente correcto" da la sensación de trabajar en el mundo de la seguridad e insiste en que no tengo que explicarle nada sino que tendré que explicarlo a sus compañeros. Le pregunto si es agente y me confiesa que no, que es un empleado de seguridad aunque no aclara de qué y que tendré que explicarle todo a sus compañeros. En ese momento le comento que él también tendrá que explicar por qué me ha fotografiado mientras conducía y entonces se pone nervioso y lo niega. Sí que admite haber llamado para reportar ... lo que sea. Le hago ver que esa llamada es incluso peor que la fotografía pero vuelvo a insistir en que lo que han visto no es sino a mí intentando evitar un atropello, luego dudando si coger al animal y por último yéndome al no volver a verlo.

Entonces me pregunta por qué no he llamado para avisar del perro en la autovía. Le respondo que tiene razón, que podría y probablemente debía haberlo hecho pero que no caí. Bastante preocupado estaba con que no me atropellaran en caso de decidirme a salir pero, siendo verdad eso, de ninguna manera iba a permitir que dijeran que yo había abandonado un perro.

En ese momento ocurrió algo llamativo. Él niega haber dicho nada, algo que posiblemente era cierto porque lo había asumido, lo había dado a entender pero creo que no lo había dicho. Yo comento que alguien había dicho que el perro había salido del coche pero no recordaba quién. Y él entonces dice: "Ha sido ella que habla demasiado". Me quedo asombrado por el efecto de una frase tan corta. En primer lugar ese "ella" me induce a pensar que no es su madre. ¿Quizás su suegra?. Lo de que hablara demasiado y el tono en que lo dijo me hizo decantar por esa segunda opción o al menos tenía claro que la opinión que tenían él de ella (y quién sabe si viceversa) era mejorable, por ponerlo de forma suave.

La cosa se serena, parece que mi actitud los ha convencido de que no soy un abandonador de perros y en un momento dado él llama de nuevo. Parece contradecirse de su opinión anterior al decir que le había parecido, había interpretado ... pero que probablemente era solo un perro abandonado por tal zona. Poco después se va pero no sin volver a insistir (vuelta la mula al trigo) que me quede para que los que fueran a llegar, puedan preguntarme/interrogarme. Amablemente le digo que no pienso quedarme, que le doy mi número de teléfono, puede llamar si quiere asegurarse de que es el número legítimo (algo que no hace) y que lo mismo que voy a relatar en una rotonda lo voy a hacer hablando por el móvil en mi casa, una vez se me haya pasado el mal rato. Esta última parte es posible que no la dijera :-).

Y así ocurre, al menos parcialmente. Quiero decir, ocurre que vuelvo a mi casa y se me pasa el mal rato pero en ningún momento me llaman. Tras el mal rato, queda la preocupación por el perro ¿quizás escapado de alguna finca cercana?, la gratitud a quien se preocupa tanto por un perro como para llamar y avisar de ello y otro sentimiento de más difícil expresión para quien presupone que eres un maltratador de animales, tarda en entrar en razón e incluso cuando aparentemente lo ha hecho, no se disculpa por ello ni lo explica.

Un saludo, Domingo.

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